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Cartas desde Sirio

Reflexiones

Ya no soy invisible

Ya no soy invisible Recuerdo día tras día, cada una de las jornadas de mi vida en las que he sido invisible, escondiéndome y ocultándome del mundo tras una coraza de aparente seguridad.

Recuerdo los días que pasaron con una mueca burlona en los que ni siquiera el sol de los buenos momentos iluminaba totalmente la oscuridad de mi invisibilidad.

Recuerdo las justificaciones y la falta de valor para salir de las sombras. No olvidaré, aprenderé de lo pasado y encararé el futuro con coraje.

Ya no soy invisible pero la luz que todo lo ilumina tiene el color de la hipocresía social.

Desánimo

Desánimo Gris es a veces el cielo que en ocasiones descubrimos sobre nuestros pensamientos. Muchas veces y sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por la melancolía, convirtiendo en enormes nubarrones cualquier pequeño cúmulo que divisamos en el horizonte. Es entonces cuando la tormenta del desánimo nos asalta y derrumba, zarandeándonos como si fueramos tristes monigotes de papel o gigantes de cartón piedra.

Cuando se aproxima el momento de reflexionar, aunque las heridas del dolor y la confusión aún se sientan en el alma, es necesario identificar el camino que decidió seguirse, mantener la serenidad y seguir adelante. Cuando uno decide no pararse pese al desánimo, decide asumir su destino. En ese momento una nueva puerta se abrirá en la senda de la que sólo conocemos el final, nuestras metas.

Me estoy convirtiendo en un guerrero de la luz?

Decisiones

Día tras día, nuestra vida depende en gran manera de las decisiones que tomamos a cada minuto que pasa. Pero si tanto depende nuestra vida de lo que nosotros mismos elegimos, ¿por qué nos cuesta tanto tomar un camino u otro?.
Un día más, me encuentro ante una encrucijada, ¿tomar una decisión, me lleve a donde me lleve el camino? o bien esperar. Si espero tal vez la maleza y el tiempo desdibuje la senda que tan claramente está marcada pero si decido adentrarme por el camino, tal vel el fantasma del rechazo me atrape y me haga perderme y caerme entre las piedras.

La decisión es: ¿dejar morir mis deseos y la ilusión o arriesgarme a sufrir?

Como creo que soy masoca, elegiré la segunda...

La venus caída

La venus caída La distinguí a lo lejos, camino de casa. Su silueta inconfundible, su pelo rubio, sus ojos azules... me hicieron recordar como en tiempo fue la venus de los sueños de mis compañeros de clase de instituto.

Hoy esos ojos han perdido el brillo. Tras ellos sólo se esconde el miedo, camuflado por el sueño artificial del que no quiere ver y prefiere perderse en la desesperación del engaño.

Sumergida en un mundo oscuro vaga por la calle al atardecer, rozando la noche, la real y la suya propia, buscando esa ración diaria de sueños que eclipsan sus verdaderos problemas.

Sólo quedan anhelos de algo mejor, promesas incumplidas e ilusiones que le hacen venderse por la inocencia perdida. Sus ojos ya no tienen brillo. Ya nunca será la que era, hace tiempo que venus cayó del pedestal de los sueños.

Insomnio

<Strong>Insomnio</Strong> ¿Cuántas veces hemos visto la noche como algo mágico a lo largo de nuestras vidas? A todos nos atrae ese componente misterioso que nos hace pensar que todo es posible en la oscuridad, perturbada exclusivamente por la luz de la luna y las luces que iluminan el camino de regreso a casa de los noctámbulos rozando el amanecer.

¿Cuántas veces hemos deseado que no se terminara? Sin duda tantas veces como deseos materializamos en los sueños que vivimos a su amparo y cobijo.

Cuando uno no puede dormir, esa magia desaparece. La noche se vuelve breve, agónica, desesperante con el tic tac del despertador que anuncia que ya queda un segundo menos para las siete de la mañana, ese tic tac que parece disfrutar de nuestra desgracia, que parece decir que el sueño no llega y no dormiremos lo suficiente...

Dentro de menos de cinco horas descargaré sobre el despertador todas mis frustraciones y todo por recordarme, que ya es hora de levantarme y empezar un nuevo día, que quien sabe, tal vez sea el mejor de mi vida.

¡Cómo si el pobre tuviera la culpa de que yo padezca insomnio!